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Mostrando las entradas de enero, 2021

Ahogada

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Ahogada. Así me siento. Sumergida en un mar completamente de desconsuelo y terror.  ¿Se puede una persona, desarmar un poco más, día a día? La respuesta, los sorprenderá. Bendita mente masoquista que se aferra a ideales que no puedo tocar, a personas que ya no están, a sueños que lejos me quedan, a lugares que de sus direcciones me olvidé, de voces que ya no reconozco… de momentos, que se evaporaron en cada suspiro de una madrugada llena de insomnio. Otra noche más donde mi almohada es testigo de mis penas, de la oscuridad que hay en mis ojos, de frases que no dije por miedo. Soy de las que se aleja si algo molesta, y el otro no se entera. Soy de las que pide perdón por todo. Soy de las que pide permiso hasta para pensar. Soy de las que se sienten culpable por un error que no cometió. Soy de las que empatiza tanto, que al final del día termina totalmente agobiada. Soy de las que llora sin problema, sin pudor… pero debajo de las sabanas, con una canción triste de fondo. Soy de las...

Maldita Mujer

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¿Y cómo no iba a recordarla? Si con su partida ella se había llevado una parte de mí. Había intentado hacerme el fuerte cuando dijimos “adiós” al mismo tiempo, pero esa misma noche soñé con ella. Quise refugiarme en mi circulo, en mi espacio, en los de siempre… pero nuevamente aparecía en mis sueños. Me había envenenado el cuerpo entero, y mi sangre hoy lleva marcas con sus iniciales. Maldita mujer. Los días pasaron y noticias de ella no tenía, y los dedos quemaban por preguntarle cómo estaba; sí estaba decepcionada de lo nuestro, si me recordaba con cariño o n siquiera quería verme. Porque nos dejamos de hablar a mitad del camino, sin previo aviso; la luna apenas se había hecho presente y ella había plantado incertidumbres en mi mente y por miedo decidí frenar aquello que sentía. Una vez más ella tenía ese absurdo poder sobre mí. Maldita mujer. Me quedó un sabor amargo desde que las estrellas fueron testigo de nuestro destino torcido, siento que fuimos poco, o aún peor, que crees que...

Cambios

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¿Por qué aprendimos a esperar? ¿Por qué nos acostumbramos a la comodidad de la espera? ¿Por qué preferimos mirar por la ventana al paisaje, y no elegir ser parte de él? Las soluciones no caen del cielo, ni mucho menos nos persigue un reloj gigante diciendo que a tal hora nuestro deseo caducó. Queremos, pero no hacemos, como también a veces hacemos y no queremos. ¿Qué es peor? Nos ponemos en pausa justo en el momento de la creatividad, decimos que no podemos y ya, fin de la historia. El degaste mental conlleva mucha energía mal puesta. Nos hundimos en confusiones, en opiniones ajenas, en presiones sociales y la monotonía del encierro en un trabajo mal pago, que no nos gusta, o entre libros en una carrera que nos asfixia. Caerás 100 veces, pero 101 te vas a tener que levantar si es que querés perseguir tus sueños. Confiamos en el destino, y está bien; pero también hay que forjar ciertos caminos, y no depender de la “suerte” o de las injusticias divinas, hacer es lo que nos va a mantener ...

No fuimos

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Y aunque no lo sepas, te imaginé de mil maneras paseando por mi casa.   Y aunque no lo sepas, te imaginé riéndote de las miles de idioteces que digo. Y aunque no lo sepas, escribí tu nombre en mil idiomas con todos los colores que conozco. Y aunque no lo sepas, sueño cada noche con tu mirada sobre mí, recorriendo toda mi alma. Y aunque no lo sepas, mi corazón se queja cuando te vas, mi mente se estropea cuando tu ausencia me ataca.  Y aunque no lo sepas, en cada mensaje había una historia, y era tan importante para mí… ¿Tan difícil de entenderme era? Y aunque no lo sepas, hiciste mil promesas que, por supuesto no pudiste cumplir, ni te esmeraste siquiera en intentarlo. Y aunque no lo sepas, en cada “Te quiero” una ilusión dentro mío crecía, y con ella toda una fantasía también. Y aunque no lo sepas, por la noche mi boca nombraba tu nombre para lograr soñar con tu cuerpo. Y aunque no lo sepas, por la mañana solo quería saber si del otro lado me estabas esperando, así de depe...

Día Malo

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Y sí, una vez más cargando con otro día malo. ¿Y con este vamos?... no sé, perdí la cuenta. Todo empieza con un pensamiento, con una sensación presionando en el pecho que deriva en ojos aguados. A veces el nudo en la garganta quema y lastima, se queda ahí atascado por horas hasta que por fin puedo morir con la descarga. Otras veces sólo pasa todo mucho más rápido, las lagrimas caen rápido y la cascada de agua salada se hace presente en segundos, sin pedirme siquiera permiso para entrar en escena. Llevo de memoria como serán mis días malos, los llevo marcado a fuego, como si me hubiera quemado con hierro caliente y en mi piel las cicatrices me lo recordarán frente al espejo. Se qué soy mi propia condena, sé que mi mente tiene momentos de plena toxicidad, que le doy miles de vueltas a un mismo tema ¿Pero y qué? Eso no significa nada cuando ya ni siquiera tenes motivos para estar en la cama todo el día, y aún así tu cuerpo se aferra a los barrones de esa adictiva cama. Cuando no hay mot...

Encierro.

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                                                                        Gritos ahogados se escuchan en un edificio, una joven muchacha que está sola, empieza a sentir la necesidad de estar con los suyos; extraña la comida de su madre, los abrazos de su padre y el mal humor de su hermano menor. Su respiración se vuelve agitada y su garganta no deja de picarle, ella sabía lo que se le venía, y el susto era el doble, porque ahora se hallaba en plena soledad. Quiere gritar, pero su voz no sale, quiere correr, pero sabe que no puede, quiere aire puro, pero solo consigue salir al balcón, un balcón con rejas que no le transmite nada de tranquilidad. Su única compañía son las lágrimas que le recorren las mejillas, aquellas con las que se había familiarizado noches anteriores. Las paredes del edificio se sienten triste...

Introducción

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  Y Meraki se transformó en un rejunte de textos que mi cuerpo guardaba. Básicamente Meraki significa "hacer algo con amor y creatividad". Donde está el alma, ahí está Meraki.  El desahogo en la escritura me ayuda a transformar el dolor en arte. O felicidad, también en arte. Escribo porque lo necesito, porque la literatura siempre me atrajo y fue un gran salvavidas en muchas oportunidades. Si esto algún día le llega a alguien, espero que el disfrute de la lectura sea genuino. Y tal vez, porqué no, ayudar a sanar algo en el momento indicado.