Cambios
¿Por qué
aprendimos a esperar? ¿Por qué nos acostumbramos a la comodidad de la espera?
¿Por qué preferimos mirar por la ventana al paisaje, y no elegir ser parte de él? Las soluciones no caen del cielo, ni mucho menos nos persigue un reloj
gigante diciendo que a tal hora nuestro deseo caducó. Queremos, pero no
hacemos, como también a veces hacemos y no queremos. ¿Qué es peor? Nos ponemos
en pausa justo en el momento de la creatividad, decimos que no podemos y ya,
fin de la historia. El degaste mental conlleva mucha energía mal puesta. Nos
hundimos en confusiones, en opiniones ajenas, en presiones sociales y la monotonía
del encierro en un trabajo mal pago, que no nos gusta, o entre libros en una
carrera que nos asfixia.
Caerás 100
veces, pero 101 te vas a tener que levantar si es que querés perseguir tus
sueños. Confiamos en el destino, y está bien; pero también hay que forjar
ciertos caminos, y no depender de la “suerte” o de las injusticias divinas,
hacer es lo que nos va a mantener en pie. Según opiniones, según experiencias,
la vida a veces nos pega un poco y nos prepara para algo mucho más grande; de
ser así, entonces no esperen a que los malos tiempos cambien o se vayan,
muévanse y siéntanse libres de hacer lo que quieren. Nadie puede hacer nada por
nosotros, a lo sumo nos ayudarán con ciertos consejos, pero descartemos la idea
de que alguien tenga en sus manos tal solución. No hay techo para soñar, y
eso es fantástico. El problema es que no salimos a por ello, no salimos por
miedo o simple flojera. ¿Y así pretendemos cumplir nuestras metas? Vivimos de
nuestras propias expectativas, de aquellas que nos imponen o que tal vez
nosotros mismos creamos; pero ahí está el núcleo de todo. Jamás cumplan las
expectativas de los demás, las personas siempre querrán que hagas algo
diferente a lo que en realidad vos queres. Hacer lo que queremos es el mejor
veneno para aquellos que nos dicen que hacer, es nuestra vida, y nosotros
decidimos por ella. Y claramente no está mal tener expectativas propias, porque
eso somos, si hay eso, es porque creemos que podemos llegar lejos y es genial. Pero
los sueños o metas, no vienen con fecha de vencimiento, siempre hay tiempo, así
que no corran, no tomen decisiones apresuradas porque no los va a llevar a
ninguna parte.
La mente a veces puede llegar a agobiarnos, puede llegar a arruinarnos momentos serenos; inclusive si estamos en la plenitud de paz mental, un solo pensamiento erróneo puede desencadenar un gran conflicto interno, y no es nada agradable. Por eso, no hay mejor consejero que el corazón (al menos en lo que a mi respecta) siempre me fue de buena utilidad “escucharlo”. De más chica esa idea me parecía tonta y hasta absurda, pero con el correr de los años pude entenderlo, y no hay nada más lindo que dejarse llevar por él. Tiene mala fama seguir las intuiciones del corazón, pero no hay nada más genuino que él, nada más preciso que el que nos permite latir día a día. Simplemente salgan, salgan al mundo a demostrar quiénes son. Así que no se atormenten por los cambios que la vida les presenta, no se sientan mal, no le teman a lo nuevo, y, sobre todo, no le teman a decirle “adiós” a eso que les incomoda, a eso que no les permite mostrar la mejor versión de ustedes. Busquen lo que les gusta, investiguen más sobre lo que quieren hacer, porque en esa búsqueda estoy segura que se van a encontrar a ustedes mismos, y justamente ser quiénes somos de verdad, nos va llevar a alcanzar lo que queremos y tanto anhelemos.
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