Día Malo
Y sí, una
vez más cargando con otro día malo. ¿Y con este vamos?... no sé, perdí la
cuenta. Todo empieza con un pensamiento, con una sensación presionando en el
pecho que deriva en ojos aguados. A veces el nudo en la garganta quema y
lastima, se queda ahí atascado por horas hasta que por fin puedo morir con la
descarga. Otras veces sólo pasa todo mucho más rápido, las lagrimas caen rápido
y la cascada de agua salada se hace presente en segundos, sin pedirme siquiera
permiso para entrar en escena. Llevo de memoria como serán mis días malos, los
llevo marcado a fuego, como si me hubiera quemado con hierro caliente y en mi
piel las cicatrices me lo recordarán frente al espejo.
Se qué soy
mi propia condena, sé que mi mente tiene momentos de plena toxicidad, que le
doy miles de vueltas a un mismo tema ¿Pero y qué? Eso no significa nada cuando
ya ni siquiera tenes motivos para estar en la cama todo el día, y aún así tu
cuerpo se aferra a los barrones de esa adictiva cama. Cuando no hay motivos, y
se llora, cuando te llenan de palabras bonitas, y se llora, cuando el día está
soleado, y se llora… cuidado, zona en derrumbe. Es doloroso y cansador, empezar
a acostumbrarse a los días mentales grises, porque te acostumbras al sabor
amargo, a la mierda. Pero sonreís, aún así después de todo, ahí estás,
sonriendo, aunque por dentro tu batería interna se va agotando.
Y no, la
vida no es linda siempre. Está lleno de días malos, de gente que nos miente,
nos falla, nos promete cosas que sabe que no podrá cumplir y aún así lo hacen,
porque las palabras son gratis, y vaya que algunos se toman ese privilegio de
hablar. La vida está llena de discusiones, de desilusiones, de presiones
sociales y familiares, está llena de desamor y engaños… la vida no es rosa, y
con eso convivimos. Pero, si bien no es rosa, tampoco es negra. “Siempre que
llovió, paró” un dicho viejo y algo frívolo, pero es así. Siempre vamos a
tener, aunque sea un mínimo de fuerza para levantarnos de esas cadenas que
arrastramos con los pies. Siempre habrá alguien para escucharnos al final del
día, de verdad interesados por nosotros. Siempre encontrarás la forma mas
tonta, de volver a sonreír justo antes de que ese trágico día termine. Siempre
buscarás ayuda inconscientemente, e inevitablemente te la darán sin saber tal
vez, que pasaste el día esquivando preguntas aniquiladoras tales cómo “¿Todo
bien?”.
¿Consejo?
Respirar profundo y exhalar todo aquello que llevamos acumulado y nos quema por
dentro. Ni la culpa cambia el pasado, ni la ansiedad resuelve el futuro.
Lamentablemente, algunos, estamos hecho de miedo, de frustraciones y dolores de
cabeza. El problema no sos vos, no soy yo; el problema es que nos hicieron
creer que algo estaba mal con nosotros, y esa opinión una vez instalada es como
un virus que nos va comiendo por dentro. Pero no confundamos sensibilidad con
fragilidad, no. Que elija llorar, que esa sea mi descarga más rápida y genuina,
no me hace menos fuerte que nadie. Todo lo contrario. Quién soy ahora, es por
haber superado cada estúpido día malo, cada discusión sin sentido con alguien
que tenía ganas de pelear. Quién soy ahora, se lo debo a la gente que habló a
mis espaldas, quién se burló de mis palabras y acciones. No me arrepiento de
mis decisiones, mi pasado me lleva hacia el lugar donde estoy ahora; bien o
mal, soy la versión del día. Más fuerte que ayer, menos fuerte que mañana.
Deberíamos de repetirnos más seguido “Son solo bajones… pero está todo bien”. Fue un día malo, donde pasamos por todas las emociones ya mencionadas; pensamos en nuestro primer amor, en el trabajo, el estudio, los padres, la distancia, el nuevo amor, responsabilidades o simplemente pensamos en eso que no somos, y nos gustaría ser. Ahí, justo ahí, es donde comenzó nuestro día malo. Pero llega la noche y con ella el sueño, recostar la cabeza en la almohada por ahora es la única solución factible a toda la angustia que el cuerpo llegó a acumular. ¿Tuve un mal día? Si, y los seguiré teniendo. Porque así es la vida, y punto. Llorar, secarse las lágrimas y seguir. Repitan ese mantra.
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