Me Elijo
Que extraño es el arte de extrañar. Que extraño momento, cuando tu cuerpo y mente se siente bien sin la necesidad de reclamar. Que extraño placer, recordar con melancolía, pero sin angustia a la vista. Hasta incluso, podría sentirme culpable, por esta sensación de libertad. Sentirme culpable, por haber dejado ir dicho sentimiento, habla de lo hermosamente cruel que me marcaste. Y es que fuiste un amor bonito, con sus altibajos, sus colores brillantes y opacos; su lluvia y su sol renaciente. Resumidamente, fuiste una clara expresión de amor que pude vivir y sentir. Pero ahora necesito estar bien, y me elijo a mi.
No hace falta tenerlo todo para estar bien. A veces, sólo hace falta perder algunas cosas, y darse cuenta que la vida sigue su curso. Que nada a su alrededor se desintegró; que el cielo sigue igual de celeste, que las rosas siguen siendo rojas, que el café de la mañana no perdió su aroma y que la luna, nos cuida a todos por igual. En un momento de flaqueza, todo parece desintegrarse, y está bien. Porque angustiarse es parte de la vida, llorar es de valientes, y caer es digno. Pero todo sigue, porque el tiempo no se detiene, y no hay regalo alguno de su parte.
Me hubiese encantando poder entenderte. Me hubiese fascinado que me expliques, porqué dejaste de luchar... si es que alguna vez luchaste por lo nuestro. Y es que entre tu desinterés y mi intensidad, fue como mezclar agua y aceite, explosión al instante. Te extrañé de mil maneras; escuchando la canción que dejabas de fondo cada vez que hablábamos, releyendo nuestras conversaciones, eliminando la última foto que me habías enviado, leyendo por última vez tu nombre en una carta, carta que nunca envié. Te extrañé de todas las maneras posibles, y siempre se me aguaron los ojos, incluso ahora, que estoy sensible, vuelvo a llorarte. Pero no como antes. Porque ambos merecemos otro recuerdo, ninguno de los dos se merece este círculo vicioso; además, creo en la ley de atracción, y me dolería que vuelvas sólo porque te recordé una noche pasajera.
Fuimos un atisbo de luz en un momento de oscuridad plena, fuimos un abrazo en medio de un festejo, un beso bajo la lluvia, una caricia maternal, un paseo nocturno bajo la luminosidad de las estrellas. Pero todos esos momentos, tuvieron su principio y final. Como vos y yo, que ya no somos. Soy de las personas que cree, que ciertos seres dejan marcas para siempre, y cuando las miradas se cruzan, alguna sonrisa se escapa por los labios. Y esa es la plenitud de un sentimiento, que por fin, es exhalado de un cuerpo.
Me alimento de valor, y dejo ir. Es mi momento, es ahora cuando tengo las riendas de mi vida, sujetas a mi mano. Es ahora cuando me elijo por encima de todos los seres, y de todas las situaciones. Por un tiempo largo, peligrosamente me puse por detrás de muchos; hoy me abrazo a mi, y las palabras de aliento no son para terceros, sino para mi reflejo. Y como la vida es una montaña rusa, tal vez nos crucemos más adelante, algo cambiados, y mas aprendidos. O quién sabe, así mismo nuestras almas elijan encontrarse en otra vida; pero hoy nuestro paseo llegó a destino. Aunque no te interese saber de mi, hay noches en las que apareces en mi sueños; sólo que tu reflejo es algo borroso, y esa es la señal de que yo desciendo acá, emocionada por el viaje que dejo, y ansiosa por la nueva aventura.
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