La luna
Y hoy mirando a la luna me acordé de vos. Y sonreí nostálgica, una vez más. No voy a negar que se me aguaron los ojos, y que algo dentro mío algo se volvió a romper; como aquel día en que decidimos tomar dos caminos diferentes. Dicen que los que se despiden, en realidad nunca quisieron irse... y tal vez es cierto. ¿Por qué, justo hoy, en luna llena te vuelvo a pensar? Si yo estaba bien, nadie te nombraba, en fotos no te veía, noticias tuyas no tenía ¿Por qué?
Conectados por el recuerdo es que los humanos a veces nos entrelazamos, y en el destino nos encontramos todos juntos. Nos soñamos, nos lloramos y nos extrañamos, y podemos hacerlo tal vez todo al mismo tiempo. En épocas donde se hace muy difícil tocarse con el otro, a vos y a mi nos tocó despedirnos sin un abrazo, sin un beso, sin manos entrelazadas ni nada. En la lejanía puedo llegar a entenderlo a eso; si te hubiera sentido cerca, todo hubiera sido mucho más complicado, y ya de por si el duelo es doloroso.
La luna me observa nuevamente con mis enredos mentales, y una copa de vino intenta calmar mis dolores de cabeza. Me gustaría saber de vos, cómo estás, si estás cumpliendo esas metas que me habías contado en una madrugada de verano; si pudiste solucionar esos problemas que te robaban el sueño... pero así estamos bien. Puede ser que uno haya extrañado más al otro, o ambos nos extrañamos con la misma fuerza, da igual, ya no nos tenemos. Y eso nada lo cambia. Vos en la tuya, yo en la mía. Que algo nos haya unido en un momento, no quiere decir que nos vaya unir para siempre; porque a veces, los para siempre son sólo un instante.
Elijo brindar, en mi soledad, por los dos, por lo poco o mucho que hayamos durado. Por tu sonrisa apagada cuando tenías un mal día, por mi mal humor cuando me peleaba con alguien en casa. Brindo por tus chistes malos para que yo me ría, brindo por mi insistencia en decirte que eras lindo, lindo de verdad. Brindo por tu lado más sexy, que me dejaste conocer en la intimidad, de madrugada o a plena luz del día. Brindo porque me hayas buscado para que te de algún consejo en un momento de derrumbe, como si mi palabra valiera más que la de cualquiera... gracias. Brindo por tus comentarios fuera de lugar en público, haciendo que entre el pánico en mi cuerpo. Brindo por tu forma segura de hablar, la pasión con la que discutías y nunca te corriste de tus ideales. Brindo por tu admiración hacia una parte de mi que desconocía yo misma, y sólo vos pudiste observar. Brindo por mi paciencia con tus enojos, y tus disculpas dulces cuándo mi ojos te quemaban con responsabilidad.
También brindo por tu ausencia cuándo más te necesité. Brindo por no haber sabido como tratarte ese último tiempo que estuvimos juntos; sé que querías algo de mí, y yo no supe dártelo. O tal vez no querías mas nada de mí, brindo también por esa posibilidad. Brindo por mis suspiros pesados cada vez que quería hablar de nosotros, y vos, por miedo me sugerías otro tema. Porque si, a veces el miedo aparecía, y ese fue un trío que yo no elegí. Brindo por el tiempo muerto que nos dedicamos, a veces en silencio, a veces hablando estupideces... podríamos haber dicho tanto, que idiotas. El tiempo corre y no vuelve ¿Cuándo lo vamos a entender? Brindo por el último recuerdo que tengo de vos, la frialdad con la que decidiste que lo nuestro terminara; cómo si nada de lo que tuvimos hubiera existido. Siendo honesta, y muy sincera; vos siempre me vas a doler ¿Sabes por qué? Porque te jactaste de que a las promesas hay que cumplirlas, y yo me quedé con miles de promesas tuyas incumplidas enredadas entre mis dedos, que se fueron diluyendo con el tiempo. Me vas a doler porque el pedestal en el que estabas, era muy alto, y tu caída me dolió lo suficiente como para dedicarte miles de lágrimas. Así que mirando a la luna, con copa en mano, brindo por tu presencia en el mundo, pero con ausencia en el mío. Siempre lo mejor para quienes compartieron algo conmigo, sea chiquito o grande, fuiste especial. Y la luna fue testigo de nuestra historia.
Comentarios
Publicar un comentario