Brindo por vos


Mientras el mundo se encerraba, vos y yo nos uníamos.

Los abrazos se prohibieron, vos sin tocarme, tus brazos que me cobijaban.

Todos queriéndose cuidar, vos y yo queriéndonos ver y disfrutar.

Los domingos nostálgicos, yo mirando la luna, vos queriendo que esté ahí.

Tus piropos pícaros, mis respuestas divertidas, así éramos, así nos recuerdo.

 

No tenía mucho para entregarte, pero lo que tenía era real. Nunca fui de grandes proyectos, soy de las mentes que viven tocando la tierra, que se aferran a lo realista y no se quedan con esa frase motivadora al final de la película. Cuando se vive en la realidad, se es consciente de lo que tiene y de lo que no; y está preparado para cualquier final, aunque duela.

Hoy me invade la nostalgia y el apego por algo que ya no está. Extraño algo que posiblemente nunca tuve. Me acostumbraste a vos, a tu presencia, a tus ganas de que yo me quede, a tus comentarios llenos de ternura y a tus peleas que siempre terminaban en un juego de seducción. Terminé siendo codependiente tuya. Gran error. Me perdí en vos. Me perdí a mi. Mis días malos, sombríos, triste, los cambiaba por los tuyos sólo para que no te enteraras de mi malestar. ¿Por qué? Porque así suele querer la gente. Cuando quiere hace estupideces como esas; inclusive hasta sumergirse en un mar de emociones ajenas, dejar de preguntarse como está, deja de priorizarse… simplemente se deja de lado.

Nuestros caminos se separaron, pero en cada noche de insomnio, cada suspiro te lo dedicaba. Siempre esperé que regresarás, que me preguntaras cómo estaba, que se escape de tus dedos un simple “Te extraño”. Pero no pasó nada de eso. Luego entendí, que me habías soltado mucho antes de haberme dejado. Sucede que tuviste miedo, miedo a que te quisieran bien. Porque si, tal vez mí presencia te agradaba, te hacía ilusión una compañera durante el día; pero llegaste sólo a la conclusión de que me querías, pero no me necesitabas. Eso duele, y mucho. Todo lo contrario, a mí, que si te quería y si te necesitaba. Cuando peor estaba, cuando más sola me sentía, cuando mi mente mas se prendía fuego tuve que exigirte palabras que te costaron sacar, no es lindo eso.

Lo malo de ser “dejada”, o para sumarme un poroto a mí, y concluir en que yo fui la que dio ese paso al costado para no contemplar como vos te seguías alejando… es que la persona no suelta rápido. Se aferra a los recuerdos, se queda con conversaciones atragantadas y sueña en reiteradas oportunidades con la misma persona. Es horrible. Queres volver a sonreír, queres tener el mismo poder de decisión que la otra persona y lograr desconectar con ciertos afectos. Pero no es fácil. Me dejaste queriéndote. Me fui queriendo. Me fui sin saber por qué. Quedé con sabor a poco. Las peores despedidas son las que no se explican, y a vos y a mí nos faltó mucho por explicar. Lo peor es que te encuentro en las canciones, en conversaciones, la gente te nombra, y por las noches te busco en las estrellas; como por si alguna estúpida razón vos también las estuvieras viendo al mismo tiempo que yo. 

Te deseo amor. Te deseo aquello que no encontraste en mí. Te deseo risas y lagrimas de felicidad. Te deseo sueños cumplidos. Me quedo con lo bueno. Por más que tu ultima imagen no sea la mejor, por más que me quedé sin tus abrazos, besos, tu voz en mi oído; elijo quedarme con las cosquillas que sentí, con el calor que me hiciste pasar, con las madrugadas compartidas y los secretos guardados. Brindo por lo que no fue, brindo por el recuerdo, brindo por lo vivido. Brindo por vos, un amor en tiempos de pandemia. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Empatía

Circulo Vicioso

Ahogada